Cuando uno se propone
mantenerse al día con sus asuntos, la actitud de dejar cerrados los temas
pendientes juega un rol de privilegio dentro de nuestro arsenal.
El principal beneficio de ésta postura mental es la de motorizar la acción hacia un estado de ejecución tal que nos permite liberar constantemente tiempo para ocuparnos tanto de nuestras verdaderas prioridades como de los nuevos temas que surgen a diario con la tranquilidad de no arrastrar cosas que debiendo estar hechas, al no estarlo se sumen innecesariamente a nuestra carga de trabajo en un momento inoportuno.
Para ser honesto, no sabía si convenía ubicar éste artículo en la categoría de Hábitos o la de Actitud. Porque tiene un poco de ambas. Pero luego de un rato de meditarlo, decidí que tenía más sentido en el área actitudinal en la medida que es un elemento motivador más que una costumbre. Sin pretender ser extremadamente riguroso, permítanme tomar ésta decisión al respecto, y comentarles porqué considero a éste un ingrediente importante si uno quiere tomar el control de su tiempo.
Cuando nuestra vida laboral y personal alcanza cierto nivel de actividad, la cantidad de temas y proyectos que caen bajo nuestra responsabilidad sube de una manera tan intensa que muchas veces la gente puede sentirse verdaderamente agobiada. No es poco común ver que se terminan rechazando más responsabilidades o peor aún deseos y objetivos propios por no poder dar abasto con una realidad que puede aturdir.
En la medida que uno
adquiere más control de su tiempo y que sabe cómo manejar las urgencias sin
perder el rumbo de sus intereses, ir cerrando los pendientes es la mejor forma
de liberar tiempo y energía para que esas tareas no nos molesten cuándo
tengamos nuevas urgencias o sencillamente para poder dedicar el esfuerzo y los
recursos a nuestras más preciadas metas y actividades.
El principal beneficio de ésta postura mental es la de motorizar la acción hacia un estado de ejecución tal que nos permite liberar constantemente tiempo para ocuparnos tanto de nuestras verdaderas prioridades como de los nuevos temas que surgen a diario con la tranquilidad de no arrastrar cosas que debiendo estar hechas, al no estarlo se sumen innecesariamente a nuestra carga de trabajo en un momento inoportuno.
¿Hábito o Actitud?
Para ser honesto, no sabía si convenía ubicar éste artículo en la categoría de Hábitos o la de Actitud. Porque tiene un poco de ambas. Pero luego de un rato de meditarlo, decidí que tenía más sentido en el área actitudinal en la medida que es un elemento motivador más que una costumbre. Sin pretender ser extremadamente riguroso, permítanme tomar ésta decisión al respecto, y comentarles porqué considero a éste un ingrediente importante si uno quiere tomar el control de su tiempo.
Cuando nuestra vida laboral y personal alcanza cierto nivel de actividad, la cantidad de temas y proyectos que caen bajo nuestra responsabilidad sube de una manera tan intensa que muchas veces la gente puede sentirse verdaderamente agobiada. No es poco común ver que se terminan rechazando más responsabilidades o peor aún deseos y objetivos propios por no poder dar abasto con una realidad que puede aturdir.
En mi caso
particular, siempre me gustó tener mis cosas al día. Pero inevitablemente el
caos cotidiano entra por la ventana y uno termina encontrándose con que los
temas que siempre tuvo en orden empiezan a quedar postergados.
Esto ocurre porque
uno tiene prioridades. No se le puede dar la misma importancia a todo lo que nos llega o emprendemos, y sencillamente debemos elegir. En el mejor de los casos algo
quedará postergado para hacerse algún día. En el peor, nunca…
Por supuesto, el
asunto no viene sino con sus complejidades. Muchas de las cosas que postergo
pueden tener algún interés para mí, y no poder hacerlas me genera frustración y
en última instancia stress. De igual manera, puede tratarse de cosas que no me
interesan pero no tengo más remedio que hacer, y cuya postergación las convierte
en un incordio persistente porque serán fuente de reclamos con gente a quien me
interesa cumplirle. Si me las pudiera sacar rápido de encima podría olvidarme
del asunto, y volver a lo mío.
La actitud de cerrar
temas pendientes siempre fue clave para mí. Como decía, no me gusta dejar cosas
sin terminar pero también tengo que reconocer que muchas cosas que me propuse
hacer o que me pidieron carecían de sentido en relación a mis metas, y a veces
el paso del tiempo sin lograr cerrarlo me hacía replantear la verdadera importancia
de su ejecución.
Por un lado cerrar un
tema pendiente tiene un efecto emocional muy positivo. Da satisfacción personal
el haber terminado algo. Ese bálsamo es necesario para nuestro espíritu.
Desde otro punto de
vista, el de nuestro sistema de organización, tiene un efecto profundamente “liberador”.
Primero porque deja
disponible nuestra energía para poder dedicarla a otras cosas, idealmente
nuestras prioridades.
Segundo porque
nuestro más preciado bien, “el tiempo” también se liberará para hacer esas
otras cosas.
Intenta No Postergar
Cada vez que dejamos
un tema postergado, dejamos abierta la puerta para que se convierta en una
carga más de trabajo a considerar en un momento en el que tengamos cosas más
relevantes que hacer. Y nuestro stress se habrá ido a las nubes con el
agravante de saber que uno podría haberlo evitado
La regla de los dos minutos del método GTD es un gran criterio en éste sentido. Nos permite
sacarnos rápido de encima todas aquellas cosas que de otro modo nos molestarían
luego. Y si uno aplica el Principio de Pareto, el mayor porcentaje de cosas que nos
molestarían innecesariamente en nuestro futuro deberían ser aquellas que ocupan menos de dos minutos en ser liquidadas.
El criterio es impecable.
Hay cosas que no
obstante no pueden ser realizadas en menos de dos minutos, pero igualmente
requieren que uno se las saque de encima rápido, porque molestan. Ya sea porque
no son prioritarias, o debido a su naturaleza sencilla, dejar que nuestra mente
tenga que lidiar con hacerlas demasiado tiempo sólo produce distracción y
afecta nuestra capacidad de hacer aquellas tareas que sí nos importan.
Hay una enorme
cantidad de asuntos que entran en ésta categoría. Desde tener que hacernos el
chequeo general del año, hasta ordenar esa estantería que ha estado olvidada
por años. Son cosas que a veces tienen una importancia relativamente baja, pero
que surgen una y otra vez porque uno sabe que tiene que hacerlas alguna vez.
Esos asuntos pendientes, conviene eliminarlos. Liquidarlos. Borrarlos de
nuestra mente de una vez para poder dedicarnos con fuerzas a lo nuestro.
Excelente entrada, estoy totalmente de acuerdo, sobre ir cerrando las tareas pendientes, ya que "el stock de tareas" siempre aumente, no se vé sano para la salud.
ResponderEliminarSobre los ejemplos,que pones, del armario u cosas que quieres hacer, y postpones por siempre, creo que es mas sano, indicar si realmente quieres hacerlo, sino, es mas fácil decir... me da lo mismo el armario desordenado.. aprenderé a vivir con el así... De esta forma uno no se maltrata... jejejej
En realidad lo digo, porque mi bodega está en total descontrol jejejejej
Saludos,
http://notefaltatiempo.cl
Julio, gracias por tu comentario, y espero que decidas arreglar algún día esa bodega para poder encontrar rápido el buen vino que busques oportunamente!!!
ResponderEliminarSaludos
JC