Tener
un Smartphone nos abre un enorme abanico de posibilidades de la era de
internet. Agenda integrada a la computadora, email, chat, Facebook, Twitter,
navegación web. Y todo esto sin contar los servicios tradicionales como la telefonía móvil, la casilla de mensajes de voz y el SMS.
Pero... ¿sabemos realmente trabajar con ésta poderosa herramienta?
Pero... ¿sabemos realmente trabajar con ésta poderosa herramienta?
He visto a la gente
comprarse teléfonos celulares por diferentes motivos a lo
largo de los años. De ser un servicio de telefonía básica éste dispositivo se
convirtió en los últimos años en muchas más cosas, incluida la opción de
accesorio de moda. De tener
un mero teléfono se pasó a tener que armonizarlo con nuestro vestuario y nuestro entorno de trabajo.
No quiero menospreciar el
rol social del celular en la actualidad. Lo tiene, y bien ganado. Claramente
un director de una gran empresa no puede hoy usar un celular básico sin
dar una pobre imagen a sus pares o a sus empleados. Su estrategia comunicacional
horizontal o vertical dirá si es o no el mensaje correcto, pero que se comunica algo sin mediar palabra es innegable.
Si nos abstenemos del rol
social del celular y nos enfocamos en su papel relevante en la
organización personal del ejecutivo moderno, veremos que hay una cantidad
enorme de aspectos a ser considerados a la hora de elegir el dispositivo.
Confiabilidad, sobriedad,
sencillez de uso y versatilidad son las primeras cualidades que vienen a mi
mente cuando pienso en lo que espero de un Smartphone en la actualidad.
La sobriedad me resuelve
en buena medida el problema de la moda. Quiero que el teléfono transmita la
seriedad de un profesional, y ahí cierro el tema de la imagen, para enfocarme
en los aspectos laborales.
Desde el aspecto de la
confiabilidad, mi exigencia es que el dispositivo no se deba reiniciar con
regularidad para poner en caja su funcionamiento; que la señal de radio sea lo
suficientemente buena para asegurar recepción en la mayoría o la totalidad de
condiciones de trabajo, y que por supuesto la reacción a los comandos sea
rápida y predecible.
La sencillez de uso no es
menor. Si para hacer una simple llamada tengo que hacer más acciones que en un
celular estándar, algo no está bien. De idéntica manera me interesa la
facilidad de acceder a la agenda de contactos y la simplicidad para cargar la
información en la misma.
La versatilidad es el
atributo que viene como consecuencia de tener un Smartphone. Pero ésta no debe ir
en detrimento de los requisitos anteriores, que para mí son básicos en un
producto de ésta categoría.
La incorporación en las
redes móviles de la tecnología EDGE y luego 3G (por supuesto me refiero a las
redes de tipo GSM) han permitido a los celulares ofrecer a los usuarios el
acceso a Internet. Cuando lleguemos a los despliegues LTE (Long Term Evolution)
seguramente tendremos un nuevo cambio de paradigma, pero por ahora adaptémonos
con dignidad al escenario actual, que de por sí es un desafío no menor.
Una vez cubiertos los
aspectos básicos de un sólido celular moderno, el buen aprovechamiento de las
facilidades de Internet es lo que diferencia a un buen Smartphone de uno
mediocre.
Empezando por la gestión
de la bandeja de email, integrada a nuestra cuenta en la computadora es uno de
esas revoluciones productivas que produjo un punto de inflexión. Ahora uno
puede ver en todo momento y lugar si llegó ese correo tan esperado o adelantarse
a hacer un pedido por escrito sin esperar a llegar a la oficina. El cambio fue
lo suficientemente fuerte, y cimentó el gran éxito del Blackberry.
Pero la verdadera
revolución productiva viene con la completa integración de los elementos de
agenda de la computadora con los del Smartphone. Si puedo tener permanentemente
sincronizados el Outlook y el celular paso a tener la información siempre
disponible, pudiendo cargarla indistintamente en uno u otro sistema. No
necesito cargar una agenda aparte (ya sea electrónica o en papel) porque de por
sí me conviene aprovechar la del celular, que siempre está conmigo.
Que un iPhone o un Samsung Galaxy permitan navegar por internet y por las redes sociales suavemente y de manera táctil es muy divertido y una experiencia "sensorial" maravillosa. Productivamente hablando, agregan poco a la productividad personal hasta que vemos que estos dispositivos incorporan también la habilidad del Blackberry de sincronizar correo y elementos de agenda. Ahí empezamos a hablar en serio...
Tener el calendario y las
listas de tareas siempre sincronizadas es tanto o más importante que la
posibilidad de ver y responder correos electrónicos. En ese punto, logramos un
salto cualitativo (y por qué no, cuántico) en nuestra productividad personal.
Incluso en las estructuras corporativas, el calendario se puede sincronizar con
el resto de los empleados, permitiendo ahorrarse la verificación de cambios en
el huso horario según el país, y la visión de reuniones de manera conjunta,
ahorrando el paso de cargar la comunicación de la reunión a la agenda a todos
los que no sean el organizador de la reunión.
Por supuesto que las
herramientas como el chat pueden ser
eventualmente de ayuda. Ni que hablar de poder tener las redes sociales o las
aplicaciones más "cool" (aparte de los juegos), como ser conversores de
unidades o especificas de ciertas profesiones como un vademécum para los
médicos.
Pero lo importante, lo
verdaderamente importante de un Smartphone para el profesional moderno es la
habilidad de tener su sistema de organización siempre disponible con la
versatilidad de las herramientas de computación modernas.
Todo lo demás..., es
accesorio.
Enlaces
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