Pocas cosas hay tan
destructivas para tu productividad como el stress. Si bien éste es
inevitable, existen muchas fuentes del mismo completamente innecesarias y que
una vez controladas te permiten reservar la energía que ocupaban para las
cosas que realmente lo justifican.
Si bien hay muchas causas para la aparición del stress, una de las más frecuentes es una especie de pasaje por un período de elevada presión laboral con escasas o nulas interrupciones en la intensidad. Es decir que terminas algo así como “cocinado” a un fuego constante que en algunos casos te afecta tan profundamente que hasta puede nublar tu capacidad para tomar decisiones, procesar información relevante o reaccionar a tiempo a ciertos eventos. Por supuesto tus conflictos personales se pueden sumar con rapidez a esta olla a presión, y crear un cóctel poco recomendable.
Los médicos te dirán “tiene que reducir la cantidad de horas de trabajo" o el clásico “descanse un poco”. Un psicólogo tal vez te diga que no debes presionarte tanto.
La primera pregunta que te podrías hacer sería:
Si tienes que lidiar con presión intensa y el stress que ésta conlleva, que sea por algo que realmente valga la pena. Que dure el tiempo que deba durar, sabiendo que el resto de los factores que te pueden afectar se mantienen bajo control. Así podrás tener algún respiro, tu cuerpo y tu mente podrán reponerse con rapidez y estarás listo para una nueva batalla tan pronto se presente.
Y puedes dar por seguro que ésta se presentará...
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El stress es un enemigo íntimo para todos aquellos que trabajamos largas jornadas. Se te puede presentar de muchas formas, pero la manifestación
externa más común es un estado general de irritabilidad y cansancio constante.
Afecta tu salud, tu trabajo y a tus relaciones tanto laborales como
personales.
Las Causas Típicas de Stress
Si bien hay muchas causas para la aparición del stress, una de las más frecuentes es una especie de pasaje por un período de elevada presión laboral con escasas o nulas interrupciones en la intensidad. Es decir que terminas algo así como “cocinado” a un fuego constante que en algunos casos te afecta tan profundamente que hasta puede nublar tu capacidad para tomar decisiones, procesar información relevante o reaccionar a tiempo a ciertos eventos. Por supuesto tus conflictos personales se pueden sumar con rapidez a esta olla a presión, y crear un cóctel poco recomendable.
El punto es que no necesitas tener "tanto" stress. Seguramente es común que quieras hacerlo todo, y resulta que terminas en una situación que en los casos
más extremos te incapacita temporal o permanentemente. En el peor de los casos, tu "máquina" puede decir “basta”...
Los médicos te dirán “tiene que reducir la cantidad de horas de trabajo" o el clásico “descanse un poco”. Un psicólogo tal vez te diga que no debes presionarte tanto.
Pero a la hora de los hechos, el trabajo está sobre tu cabeza y necesitamos sacarlo adelante. No es a ellos a quienes afectarán los resultados. Seguramente muchos de los remedios que te propongan serán de
mucha utilidad, y bajarán en algún grado la situación. Pero el trabajo sigue
ahí. Se puede escapar de muchas cosas, pero nunca de las consecuencias.
La buena organización como remedio
Una buena organización ayuda a reducir tus niveles de stress. No va
a eliminarlo completamente, porque eso equivaldría a no tener situaciones
tensas en lo absoluto. Eso es en realidad imposible. Incluso hay hasta un grado deseable de stress, pero ese es tema para otra charla.
David Allen, con su método GTD hace hincapié en la habilidad de
delegar el seguimiento de tus compromisos en un sistema de información
consistente. La esencia de poner el énfasis en organizar mejor tus actividades es sacar de la cabeza aquello que puede ser manejado de una manera más efectiva fuera de ella.
Enfócate en lo que sí puedes controlar ...
La primera pregunta que te podrías hacer sería:
¿qué objetivos me puedo
poner en relación al control del stress?
·
Respuesta rápida: no tenerlo
·
Respuesta elaborada: limitarlo a los casos
inevitables en que deberás enfrentar la tensión, o aquellos en los que realmente
se justifique estar expuesto a niveles excesivos de presión.
Soy consciente que hay gente con más habilidad que otra para
manejar el cambio, la presión constante y la incertidumbre. Una mentalidad
adecuada en términos de actitud, flexibilidad y templanza es el mejor punto de
partida para controlar tu stress.
Aquí sólo quiero concentrarme en aquellos pequeños hábitos que sin
ser demasiado elaborados ayudan sobremanera a no tener que lidiar con niveles
de presión innecesarios. Lo relevante es que estos son puntos que en general están bajo tu control. Sólo depende de tí ponerlos en práctica
Pongamos unos pocos ejemplos de fuentes innecesarias de stress:
·
Dormir pocas horas
·
No considerar tiempo para el relax
·
No considerar tiempo para el ejercicio
·
Llegar tarde a las citas
·
Hacer todo a último momento
·
Trabajar sin planificar
·
Vivir pendiente del reloj
·
Ponerse objetivos inalcanzables
·
Comprometerse a más cosas de las que se pueden cumplir
·
Responder inmediatamente cada correo que se recibe
·
Dejar temas eternamente pendientes
·
Dejar temas pendientes que se pueden resolver en menos de dos
minutos
·
Atender todas las llamadas del celular sin importar la situación
·
Aceptar todas las interrupciones
·
No invertir en el mantenimiento de tus herramientas (por
ejemplo: tu automóvil)
·
Ponerle prioridad alta a cosas sin mayor importancia
·
Chequear cada dos minutos la bandeja de entrada de tu correo en el smartphone o en tu computadora
Cada una de estas variantes son fuentes de presión innecesaria
sobre tu mente, y esta lista seguramente dista de ser exhaustiva.
Digo que no tiene sentido verse sometido a esa presión porque con
un poco de esfuerzo invertido en controlar estos hábitos puedes liberarte de
presiones que en principio parecen poco intensas pero que sumadas unas sobre
las otras y de manera constante te generan una gran ola de stress que
sencillamente no se justifica tener bajo ningún aspecto.
En Resumen
Si tienes que lidiar con presión intensa y el stress que ésta conlleva, que sea por algo que realmente valga la pena. Que dure el tiempo que deba durar, sabiendo que el resto de los factores que te pueden afectar se mantienen bajo control. Así podrás tener algún respiro, tu cuerpo y tu mente podrán reponerse con rapidez y estarás listo para una nueva batalla tan pronto se presente.
Y puedes dar por seguro que ésta se presentará...
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