Si bien el valor de la
buena organización y una elevada productividad personal pueden ser medidos de
manera concreta, también existen beneficios intangibles de su aplicación que
son innegables. Hay momentos especiales en tu vida que te hacen ver
esta realidad de la manera más cruda.
La verdad es que esta nota es una que tal vez hubiera preferido no
escribir, pero como uno de los objetivos de este blog es compartir
experiencias, creo que vale la pena hacerlo.
Los Beneficios Tangibles de una Buena Organización
Hay una gran cantidad de beneficios que puedes considerar cuando
evalúas la conveniencia de aplicar técnicas de organización y productividad
personal. Algunos muy obvios, relacionados con la metodología para el día a
día, las herramientas que usas, o el marco de trabajo para asegurar que tu sistema de organización no te haga perder consistencia. El alcanzar
tus metas y el incremento en tu capacidad de hacer más cosas en el
mismo tiempo físico que siempre has tenido forman parte de ese conjunto.
Otros beneficios, quizás no son tan obvios pero resultan de tanto o más valor que los primeros cuando los evalúas bajo ciertas circunstancias. Es a estos aspectos a los que me quiero referir aquí.
La Anécdota
Hace un tiempo pasé por la traumática experiencia de un accidente de tránsito de cierta gravedad. Gracias a Dios salí ileso. Por suerte viajaba sólo y nadie salió lastimado más allá de haberme llevado algunos pocos golpes sin mayor importancia. Pero el auto, no sirvió más…
De golpe, una serie de
valores intangibles no considerados en mi forma de organizarme empezaron a
surgir espontáneamente. Criterios que tienes internalizados desde hace mucho
tiempo como el ser ordenado, flexible y previsor tuvieron un impacto
significativo en mitigar las consecuencias negativas de éste accidente,
controlando los riesgos y minimizando los impactos físicos, económicos y
emocionales de un evento fortuito y desafortunado.
Empezando por la elección
del automóvil hace algunos años. Cuando tuve que decidir cuál comprar tuve la
visión de comprar un auto de mucha confiabilidad que no me produjera dolores de
cabeza relacionados con su mantenimiento. Y además (gracias a Dios), tomé la sabia
decisión de invertir unos pocos pesos más en comprar una unidad con mayores prestaciones
de seguridad tales como frenos ABS, airbags, y distribución electrónica de
frenado. Consideré que valía la pena, especialmente teniendo en cuenta que en
ese vehículo iba a transportar también a mi familia.
Me incliné en ese momento
por un Toyota Corolla XEi y tal vez esa elección sea la razón por la cual estoy en este
momento pudiendo compartir con ustedes esta experiencia por este medio. Los
dispositivos de seguridad y protección que tuvieron que intervenir lo hicieron
según lo esperado. Más allá del hecho de no tener sorpresas mecánicas que me lo sacaran de servicio durante todo este tiempo.
¿Cómo medir económicamente
el valor de vivir? ¿O cómo medir el valor de no terminar hospitalizado con
varios huesos rotos o incluso el hecho de estar en una pieza? ¿Cómo estimar el
impacto profundo en la vida de mis hijas, mi esposa, mis padres, mi hermano o mis
amigos?
Otras decisiones
relacionadas con la organización tuvieron que ver con aspectos como el
financiero. Al elegir el seguro de cobertura, seguí un consejo previsor que me
había dado un amigo hace mucho. Elegí una cobertura total con una franquicia
para reducir la cuota mensual, en vez de la clásica cobertura que se suele
elegir contra daños a terceros.
El racional fue que en
caso de una situación extrema, podía manejar económicamente el valor de la
franquicia, pero recuperar el valor de un auto perdido podía tomarme años.
También tuve que considerar la elección de una empresa de seguros solvente,
porque de nada me sirve elegir la mejor cobertura si la compañía que la ofrece
corre el riesgo de no poder responder en caso de siniestro.
Gracias a Dios no he
tenido que recurrir mucho a la empresa de seguros. Este es el primer (y espero
que único) accidente de envergadura que experimento en muchos años de manejo. Y
no crean que no he tenido la tentación de bajar el costo del seguro reduciendo
el nivel de cobertura justamente debido a mi baja siniestralidad. Decidí no hacerlo, y gracias a eso tuve la posibilidad
de recuperar mi movilidad en mi amada Buenos Aires con rapidez.
El hecho de estar sin auto
no me trajo pocos trastornos. Si, ya sé. Comparado con la vida y la salud no son
nada. Pero ya en tren de volver a la normalidad debes mirar para adelante y
seguir tomando decisiones. El no poder disponer del auto me quitó no menos de
una hora de mi vida diaria sólo por viajar en medios públicos.
La flexibilidad siempre presente
Mi sistema de organización
personal de paso sirvió como esquema de contención. Reorganicé rápidamente mis
actividades en función de los recursos disponibles (un auto menos), tuve que
dedicar tiempo a trámites con la empresa de seguros (algo no previsto la semana
anterior) y lograr cerrar la organización de un evento comercial que debía
poner a funcionar durante todo un día, a la vez que mantener la continuidad en el seguimiento de todos mis
proyectos. La flexibilidad incorporada a mi sistema de
organización me permitió controlar la situación.
Nuevamente terminé
reafirmando el concepto en la práctica:
La rueda no se detuvo.
Sencillamente se adaptó al nuevo escenario de trabajo y continuó girando. Si no
hubiera sido así, los dolores de cabeza hubieran sido de una escala muy
superior para mí, para mis afectos y para quienes trabajan conmigo.
En esencia el mensaje es:
ser organizado y eficiente “paga”. Incluso para poder convivir con un grado
inevitable (y a veces hasta saludable) de desorden, tener al día y bajo control
las cosas que están en tus manos hace una gran diferencia en tu vida. Es un intangible, como el valor de una marca.
En Resumen
Nadie quiere ni planifica
los accidentes, pero puedes mantener hábitos y criterios saludables de
organización y productividad que te permitan reaccionar eficazmente ante una
eventualidad. Tu vida profesional y personal seguramente te lo agradecerán
(¡especialmente la personal!).
Enlaces Relacionados
- Bibliografía Recomendada
- ¿Qué quiero de mi sistema de organización?
- Porqué Organizarse
- Planes vs Realidades
- Seamos Ordenados
- Flexibilidad es el nombre del juego
- Saber Priorizar es Fundamental
- Pensar antes de actuar
En primer lugar me alegro de que todo haya salido "bien", al menos depués del susto.
ResponderEliminarEvidentemente la productividad no va a evitar los imprevistos pero, sin duda, te prepara adecuadamente para afrontar las consecuencias de estos.
Muchas gracias por tu comentario Ruben.
ResponderEliminarSaludos
Evidentemente lo bueno en estos casos es saber que los dispositivos de seguridad han actuado de buena manera. un seguro de autos como la gente te proporciona la seguridad de saber que vas a poder seguir teniendo el mismo auto a pesar del accidente
ResponderEliminarSin dudas, Camila. Muchas gracias por tu comentario!
ResponderEliminarSaludos
JC