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La dimensión filosófica de la productividad


Detrás del aspecto material de la productividad, hay un aspecto filosófico que es relevante para ti como ser humano. Ser productivo es fundamental para tu vida…
El ser o no productivo es algo que depende siempre de una decisión tuya. No puedes ser productivo si eliges ir por la vida dejándote fluir. Poner en práctica una vida productiva requiere de “tu decisión” y de un esfuerzo “voluntario” de tu parte.


El lado práctico de la productividad

Existe un aspecto práctico de la productividad, en la medida que ésta es una necesidad para satisfacer tus necesidades materiales. Y es precisamente en este aspecto donde puedes encontrar con facilidad la definición más conocida de la productividad que te refiere formalmente a “lo producido por unidad de tiempo”. Es una definición con una fuerte connotación de tipo “industrial”, lo cual no es ni bueno ni malo. Es una forma objetiva de medir algo concreto en el mundo material en que vives que se impuso como resultado de un cambio radical en el paradigma de supervivencia de nuestra especie: la revolución industrial.

Hasta ese momento, no había antecedentes de que alguien pudiera producir más de lo que su mercado asociado pudiera demandar. A partir de la revolución industrial esto cambió de tal manera que un productor no sólo podía satisfacer su mercado, sino que le sobraba producción. Con lo cual tuvo que salir a buscar nuevos mercados. En nuestra época esto tiene impacto pleno a escala global.

Esto es el resultado de la habilidad distintiva del hommo sapiens como especie. La razón. La habilidad de pensar, aprender y “producir” de manera inteligente le permitió imponerse en la tierra. Porque esto es simplemente adaptarse mejor.



La mayoría de los seres vivos sobreviven “adaptándose” al entorno. Es la ley de la evolución descubierta en el siglo XIX por Charles Darwin. Aquellos seres que mejor se adaptan son los que prosperan y se reproducen, mientras que aquellos que no lo logran mueren dejándoles el espacio a los primeros.

Pero el ser humano es capaz de llevar este proceso un escalón más arriba. Es capaz de “ajustar” su entorno, por lo cual no depende en la misma medida de la suerte o el azar. Así incrementa notoriamente sus posibilidades de supervivencia.
De lo que sí depende en este caso es de su mente. De su habilidad para adquirir conocimiento mediante el uso de la razón y de aprovechar ese conocimiento actuando consecuentemente sobre su entorno. Trabajando sobre él.

Recordemos que “trabajo” se entiende en mecánica clásica, como una fuerza que altera el estado de movimiento de un cuerpo.

Pero ese movimiento además de ser visto desde el aspecto físico del desplazamiento en el espacio, puede ser asociado con el proceso de “creación”.

Es decir, cuando llevas algo del mundo virtual (tu imaginación) al mundo real (un valor material, ya sea un bien o un servicio) estás realizando “trabajo”. En este caso es cuando decimos que estamos ante un proceso de “creación”, o proceso creativo.

Haces trabajo “productivo” si como resultado de la acción que lo involucra produces “algo” (bienes o servicios) de valor. Como obvia contrapartida, eres “improductivo” si produces poco o ningún valor.

En ésta línea de pensamiento filosófico puedes encontrar la definición de productividad de Ayn Rand:

La productividad es el proceso de creación de
valores materiales, ya sean bienes o servicios”.

Lo interesante de ésta definición es que te permite entender el concepto de una manera más abarcativa que va más allá de las cosas que puedes palpar y tocar. Eres tan productivo cuando fabricas un martillo como cuando ofreces algo que no se puede tocar como un servicio de asesoramiento.



Los elementos centrales

También dice Rand:

“El trabajo productivo es el proceso por el cual la consciencia del hombre controla su existencia, un proceso constante de adquisición de conocimientos y configuración de la materia para adaptarse a nuestros propósitos, de traducir una idea en forma física, de rehacer la tierra dentro de la imagen de los valores propios […]”

Interesante… Valores y propósito. Aspectos internos a la mente del hombre, que configuran las bases de su accionar en tanto y en cuanto los integre de manera coherente.

La productividad es en esencia una virtud humana. Lo es en la medida que involucra dos componentes fundamentales de la vida del hombre de manera integrada: la consciencia y su relación con la existencia.
Desde otro punto de vista, requiere del “pensamiento y de la acción”. Y del pensamiento considerado como “guía” para la acción. Ninguno de estos elementos puede ser dejado de tener en cuenta por el individuo que pretenda ser productivo.

La capacidad productiva es un valor según el estándar de vida del hombre, y lo es debido a que, como todos los valores, se requiere un camino de virtud para ganarlo y conservarlo. Se debe primero adquirir el conocimiento para luego ponerlo en práctica. El pensamiento racional es fundamental en este camino y no puede ser evitado sin consecuencias negativas.


El Propósito

La productividad además está intrínsecamente vinculada a otro elemento fundamental para el hombre: el propósito.

El hombre necesita un propósito. Uno central para poder dar dirección a su vida. Para poder tener en claro donde están sus prioridades, jerarquizarlas adecuadamente, y actuar en consecuencia. Y requiere para ello tener en claro sus valores internos.


El hombre debe perseguir una finalidad productiva
y sólo hay un propósito que puede servir como estándar integrador de la vida de un hombre: el trabajo productivo.

El trabajo es necesario no sólo en lo material, sino también en lo espiritual o psicológico: es el único medio por el cual una persona puede mantener una mente activa y un curso dirigido a un objetivo durante toda su vida y así mantener el control de su cerebro y de sus acciones.

Con independencia de los métodos que elijas para ser más productivo (producir más valor), lo fundamental es la actitud que pongas para perseguir tus metas. Tus propósitos. Estos aspectos están tan intrínsecamente ligados que no pueden prescindir el uno del otro.

En Resumen

La productividad es una virtud del ser humano que para ser lograda requiere de un propósito que la guíe para alcanzar su máxima expresión. No hay manera de que seas realmente productivo si no tienes un propósito en mente que guíe tus pensamientos y por ende tu acción.


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